×

Qué hacer con tu flor de Pascua después de Navidad

La poinsettia es biodegradable, así que podrás decirle “adiós” de una manera que ayude al medioambiente cuando pierda ese vívido color rojo que tanto nos gusta. A medida que avanza el invierno, la flor de Pascua pierde ese vibrante color rojo que nos enamora e impregna nuestro hogar de vida. Y es que esta planta nos anuncia tanto el inicio como el fin de la Navidad. Si has conseguido mantener tu poinsettia viva durante toda la temporada festiva, ahora ha llegado el momento de decirle “adiós”, pero… ¿sabes cómo hacerlo adecuadamente?

La flor de Pascua es biodegradable, así que puedes deshacerte de ella de una manera que ayude al medioambiente, según informan desde Stars for Europe (SfE), la iniciativa que representa a los principales productores de poinsettia en 22 países europeos. Para ello, deberás tirarla al contenedor orgánico, que en nuestro país es de color marrón, para que se descomponga de forma natural.

De esta manera, tu planta tendrá una segunda vida. Los restos depositados en este contenedor se aprovechan para hacer compost, esto es, un biorresiduo que puede aprovecharse como fertilizante para jardines, macizos de flores o parcelas e incluso como generador de energía. De esta manera, se puede contribuir a favorecer una economía circular para las flores de Pascua.

Mantener la planta, todo un reto

Por otro lado, se puede optar por mantener la poinsettia e intentar que florezca de nuevo, aunque esto no es tarea fácil. Aceptas un reto de nivel experto. Supone un esfuerzo extra, dedicación y tiempo, y el resultado no siempre es el deseado. Deberás alimentarla mensualmente con un abono alto en potasio y bajo en nitrógeno y no deberá estar expuesta a más de 12 horas de luz diarias.

Para que vuelva a florecer a tiempo para la temporada navideña, debe mantenerse en completa oscuridad, entre 12 o 14 horas al día, con al menos ocho semanas de antelación.

Incluso el mínimo rayo de luz durante el período “de apagón” diario impedirá que vuelva a florecer. Y no te vamos a engañar: no quedará “como nueva”. Y es que sus fascinantes colores son el resultado del minucioso trabajo de cultivo de profesionales que emplean una sofisticada técnica perfeccionada a lo largo de los años. De ahí que lo más cómodo sea comprar una planta nueva cada año para evitar todo este ritual de cuidados y depositarla en el contenedor orgánico cuando sea el momento de su despedida para que tenga una segunda vida. El planeta te lo agradecerá.